Descripción
Formato: 14 x 21 cm, con solapas.
Acabado: Plastificado mate.
Interiores: Edición ahuesado 90 gramos.
Nº de pág. 224 páginas.
ISBN: 978-84-18455-26-0
P.V.P.: 19,90 euros
Temática: NOVELA HISTÓRICA
Anotaciones de venta: Librerías GENERALES
Contenido exclusivo: Sí
Fecha de publicación: DICIEMBRE 2023
A comienzos del siglo IX, la noticia de que el cuerpo del Apóstol Santiago se encontraba en Galicia se propagó con gran rapidez por todo el orbe cristiano. Hay que tener en cuenta, para comprender este hecho, no solo la mentalidad reinante en las gentes de aquel tiempo, a las que la fe religiosa podía impulsar por caminos insospechados, sino también las circunstancias concretas del reino de Asturias, empeñado en mantener su independencia frente a los musulmanes de Al-Ándalus. Alfonso II el Casto, rey asturiano en el momento de descubrirse la tumba del Zebedeo, necesitaba elementos aglutinadores de orden espiritual y, en una época apasionada por las reliquias, la noticia de que al oeste de su reino se hallaban los restos del Apóstol Santiago podía ser un excelente fermento de unión para los cristianos.
La curiosidad por llegar al lugar donde reposaban los restos del Apóstol crecía no sólo en la cristianizada Europa, también entre los cristianos de los cercanos territorios peninsulares que se hallaban bajo dominación musulmana, los mozárabes. Lo hicieron por diversas rutas de las que existen pocas referencias precisas más allá de los testimonios de los peregrinos que desde el Sur peninsular acudían a Compostela.
Este libro pretende rescatar la memoria de la peregrinación por el Camino Mozárabe de varios ilustres personajes, a saber; Al-Ghazal (Año 846). Don Gonzalo Fernández de Córdoba, “El Gran Capitán” (Año 1510); Ambrosio de Morales (año 1572): Bernardo José de Aldrete (Año 1612) y Diego Alejandro Gálvez (Año 1755).
En palabras de los autores
Cuestionario
A grandes rasgos, ¿Cómo ha ayudado el Camino de Santiago a la configuración social y económica de España desde comienzos del siglo IX hasta ahora?
La influencia ha sido muy variable. Al principio (Siglos IX-X) la peregrinación era muy minoritaria y, en buena parte, reservada para familias nobles y pudientes que acudían Santiago. En este tiempo una buena porción de peregrinos procedían de Al Andalus por los Caminos del Sur, un entramado de rutas que genéricamente se conoce como “Camino Mozárabe”.
Fue entre los siglos XI y XIII cuando el Camino se convirtió en un fenómeno humano de dimensión extraordinaria, con notables efectos jurídicos, políticos, económicos y sociales.
En este tiempo los cientos de miles de peregrinos que caminaban a Santiago procedían mayoritariamente de la cristiana Europa. Es fácil imaginar el impacto económico de la peregrinación en las ciudades y territorios por donde pasaba el Camino (alojamiento, comida, etc…), al igual que el impacto social que suponía el poder ver y escuchar a personas procedentes de tierras lejanas, con hábitos y costumbres muy distintos, si bien hermanados todos por la fe en Cristo y la devoción a Santiago.
Ello contribuyó además a forjar la identidad europea sobre la base de un Derecho y una fe común.
A partir del Siglo XIV la peregrinación a Santiago fue perdiendo vigor. En el Siglo XIX y hasta el último cuarto del Siglo XX resultaba ya prácticamente testimonial.
Ha sido a partir de la década de los ochenta del pasado siglo cuando el Camino ha recobrado un aliento y una fortaleza enorme.
¿Ha cambiado mucho el tipo de peregrinos que nos encontramos hoy camino a Santiago?
Exteriormente el tipo de peregrinos ha cambiado muchísimo. Interiormente las diferencias deberían ser menores.
A diferencia del Camino medieval, el Camino actual es recorrido por peregrinos que proceden de los cinco contienes, hombres y mujeres de toda edad, raza y condición.
Interiormente se advierte en los peregrinos que hacen su primer camino, que mayoritariamente lo hacen por curiosidad, por aventura, etc…
No obstante lo anterior, ya sea desde el primer Camino, ya sea a partir del segundo, se hacen visibles los valores eternos del compartir, de la hermandad entre los caminantes. Ello es alentado por convicciones íntimas que proceden, bien de una fe concreta, bien de una espiritualidad genérica y natural, que dispone a tender la mano al otro.
¿A quién destacaría como peregrino famoso del siglo XXI?
No voy a destacar a una persona, sino a un colectivo.
Está reciente la modificación del artículo 49 de la Constitución para eliminar el término “disminuidos” referido a las Personas con Discapacidad. Es precisamente el colectivo de las Personas con Discapacidad en todas sus formas (física, psíquica, sensorial, etc…) el que con los apoyos precisos ha incrementado notablemente su presencia en los caminos que conducen a Compostela. Creo que merecen la calificación de “peregrinos famosos” de este comienzo de siglo.
¿Qué tiene de especial el Camino que sigue manteniéndose vivo siglos después?
Tiene magia.
¿Qué destacaría de este libro?
La apariencia es la realidad que importa.
Cuando una apariencia se consolida con el paso del tiempo resultará muy difícil refutarla.
En relación con la ruta jacobea, en apariencia no existía otro camino para acudir a Compostela que el “Camino francés” aunque, si nos paramos a analizar con detenimiento, caeremos en la cuenta de que ésta es una verdad parcial.
Cuando a mediados del siglo IX comienzan las peregrinaciones a Santiago a raíz del descubrimiento de su sepulcro (en torno al año 824), la gran metrópoli de occidente era Córdoba que, por otro lado, contaba con un elevado número de cristianos que permanecieron fieles a su fe tras la conquista musulmana (Mozárabes).
Sin duda Córdoba contaba en ese siglo con 200.000/300.000 habitantes, cifra incomparablemente mayor que París o Londres, por ejemplo.
Por eso, como ya he señalado al principio, es razonable pensar que en esta época la mayor parte de los peregrinos que llegaban a Santiago procederían de “Al-Andalus”.
A diferencia de lo que ocurre con el Camino Francés, el Camino Mozárabe (Los caminos del Sur) no contó con un texto de referencia que recogiese su historia, sus etapas y sus devociones. Así, con el tiempo, desapareció su memoria.
Por el contrario, el Camino Francés tiene en el “Codex Calixtinus” (1140-1160) su texto fundamental, de referencia y de culto, que ha permitido tener una presencia en la historia.
Este libro pretende contribuir a enmendar esta histórica omisión. La crónica los viajes de los personajes elegidos: Al-Ghazal (Año 846); Don Gonzalo Fernández de Córdoba, “El Gran Capitán” (1510); Ambrosio de Morales (1572); Bernardo José de Aldrete (1612) y Diego Alejandro de Gálvez (1755), aportan una ingente cantidad de conocimiento.
Por otro lado hay que señalar que cada relato va precedido de un texto que busca situar al lector en la época o momento histórico en que se produce la peregrinación. Se quiere proporcionar un conjunto de información sobre la situación política y social que envuelve cada camino, con alusiones a personajes relevantes, ideas imperantes, etc…, En definitiva, crear una atmósfera que ayude a comprender mejor las claves y motivos de cada camino y de cada caminante.
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